Diego es un niño de 10 años residente del barrio madrileño de Vallecas que a mitad de su vida fue diagnosticado con TDAH (trastorno del déficit de atención con hiperactividad).
Sus padres, tras varios años de diversas terapias y el consentimiento de sus médicos, hace apenas dos meses, decidieron apoyar su tratamiento con hipoterapia en nuestro centro asociado Club de Campo Valgrande, a tan sólo 30 minutos de su casa.
Desde entonces, Diego realiza con nosotros una sesión semanal individual de aproximadamente 45 minutos a 1 hora, donde trabajamos aspectos como la autoestima, los miedos, la empatía, la rutina, la tolerancia a la frustración y el foco de atención entre otros. También, a lo largo de las sesiones, hemos creído necesario incluir en algunas momentos la participación de sus padres, ya que cualquier tipo de trastorno, no sólo afecta al niño sino a quienes viven con él. Por eso, realizamos ejercicios similares a los que desarrollamos en nuestros talleres de desarrollo personal, de manera que ellos mismos pudieran ver de manera muy gráfica el funcionamiento de su sistema familiar y así pudieran potenciar la comunicación y relación entre ellos, para abordar de la manera más sana posible su día a día.
Si bien a Diego le queda un gran camino por recorrer, le hemos propuesto a Nuria, su madre, que compartiera con todos nosotros su testimonio en nuestro blog, contándonos su intensa experiencia hasta el momento.
Desde ya muchas gracias por transmitirnos vuestra experiencia y animar a muchos a vivir esta terapia con nuestros queridos maestros los caballos.
Desde muy pequeñito, mi hijo ya mostraba algunos comportamientos o síntomas que posteriormente le han llevado a ser diagnosticado TDAH.
Era y en menor medida todavía es, un niño muy impulsivo, nervioso y agresivo. Los limites siempre le han costado mucho aceptarlos y asumirlos, queriendo imponer sus normas tanto con sus iguales como con los adultos.
Los cambios relacionados con las rutinas hacen que también tenga cambios emocionales muy bruscos, le alteran mucho, puede pasar días previos con ansiedad y nerviosismo.
Presenta cambios de humor sin motivo aparente. Se obsesiona mucho por cualquier cosa llegando a sufrir crisis de ansiedad donde contenerlo resulta muy difícil.
Mi niño es muy sensible, después de pasar algún momento de tanta ansiedad y agresividad, una vez tranquilo y relajado, se siente muy mal, pide perdón y se machaca verbalmente por lo que ha hecho, culpándose por sus conductas inadecuadas. Todo esto le ha llevado a tener una baja autoestima y valoración personal. Se siente muchas veces atacado, ya sabemos además como se comporta la sociedad con estos niños, y ha llegado a presentar depresión infantil.
A los tres años de edad empezó a recibir ayuda psicológica, posteriormente fuimos derivados al hospital Niño Jesús, a Neurología y, se le diagnostico Déficit de Atención con Hiperactividad subtipo combinado después del análisis del conjunto de las pruebas realizadas , se le empezó a medicar con Concerta 18mg como no había mucha mejoría se empezó a aumentar la dosis. De Neurología nos derivaron a Psiquiatría y pasamos por otros fármacos, Risperidona, Rubifén, no consiguiendo los efectos que se esperaban, decidieron ingresarlo en la Unidad de Psiquiatría Hospitalaria del Niño Jesús, en el hospital de día para llevar una observación exhaustiva de él.
Muchos años de lucha, empezamos con tres añitos y ahora con 10 todavía seguimos pero ahora con otra actitud porque estamos mucho mas encaminados y seguros. Han sido años desesperantes, donde en ocasiones su padre y yo nos hemos vito sin saber qué hacer, sin ayudas de ningún tipo, rodeados de pruebas y con muchos posibles diagnósticos que nos desconcertaban aún más. Y lo más duro sabiendo que tu hijo lo está pasando mal, que no sabe qué le pasa, porque se comporta así, y que no es lo feliz que debiera ser, rechazado en ocasiones por sus iguales y digo sólo en ocasiones porque la gran suerte que si ha tenido mi hijo es estar en el cole donde está que no se han cansado nunca de él y han mediado siempre.
El día a día con mi niño, resulta en alunas ocasiones muy complicado, su padre y yo hemos pasado por muchas etapas, nos costó asimilarlo y en alguna ocasión hemos creído que ya no podíamos más, estábamos agotados de todo. Pero a su vez, ver el esfuerzo que mi hijo hace, luchando contra sus impulsos y el corazón tan grande que tiene, nos empuja para seguir adelante.
Al ver que todo se quedaba corto, que el niño estaba cansado de tanta parte médica, decidimos probar con terapias alternativas, probamos algunas que también nos fueron muy bien, pero nos comentaron lo de la Hipoterapia, nos informamos y nos encantó, ya que es una terapia muy completa y encima en plena naturaleza, en el campo y con estos bellísimos animales, los caballos.
Nunca había tenido contacto directo con caballos, había montado en ellos en alguna ocasión en excursiones realizadas con el colegio. Pero siempre ha mostrado mucho interés por los animales, de hecho cuando cumplió los ocho años le regalamos un perrito con el que demuestra mucho afecto y cuidado, aunque en ocasiones le cuesta controlar poniéndose un poco nerviosos el uno al otro.
Desde que Diego ha empezado su relación con los caballos, su padre y yo hemos visto un niño mucho más sonriente, feliz, muestra más sus emociones, se empieza a quitar ese caparazón de niño “duro, malote y hermético” donde nadie puede ver lo que piensa y siente, porque a nadie le importo, total si ven van a atacar (vuelvo a insistir, así es esta sociedad de juzgona). Ahora lo ve de otra manera, se siente más valorado y valioso. Está muy motivado , deseando que llegue ese momento, de ponerse en frente de su caballo y trabajar con él. Se concentra mejor a mejorado su autocontrol corporal, le cuesta menos realizar hábitos y rutinas y esta menos cabreado con el mundo.
Su padre y yo también hemos experimentado los beneficios de esta terapia, realizamos un taller donde pudimos ver reflejado de manera inmediata los roles y la manera de actuar que tenemos cada uno ante situaciones que se nos presentan, un reflejo de nuestra vida familiar.
Quedamos verdaderamente sorprendidos, es un feedback inmediato, algunas cosas ya las sabíamos porque llevamos una trayectoria muy larga con psicólogos, psiquiatras, etc, pero vimos otras muchas que se nos escapaban.
Todo lo que vivimos delante del caballo posteriormente nos ha hecho reflexionar, recapacitar y evolucionar, nos ha movido muchas emociones y nos ha ayudado a comprendernos y a conocernos mucho mejor.
Además fue una experiencia muy emotiva, divertida, un espacio que compartimos los tres, nuestro momento.
Nos ha ayudado no sólo a nuestro desarrollo familiar sino también personal, hemos visto nuestro nivel de confianza, nuestros miedos y limitaciones, nuestra rigidez en ocasiones y como se comporta mi niño ante todo esto y las respuestas nuestras.
Gracias a la Hipoterapia nos volvemos a ver confiados, seguros y acompañados, volvemos a creer que con un poco de ayuda todo va ir para adelante, que mi hijo va ser feliz y sobretodo que le va ayudar a ser fuerte ante una sociedad que les hace aparentar ser niños débiles, perdidos, niños maleducados.
Gracias a estos dos grandísimos terapeutas que nos han devuelto la sonrisa que en ocasiones ya no mostrábamos. Gracias a estos bellísimos animales, los caballos por su paciencia, empatía y por todo lo que te devuelven, y por supuesto gracias a mi hijo, que es el mejor niño que hemos podido tener y que gracias a él nos está ayudando a evolucionar y a ver la vida de otra manera. Le queremos con todo nuestro corazón. Te amamos, hijo.