Mi vivencia




Llegué al taller sólo con ganas de vivir un día diferente. Conocer algo distinto (común en mi esencia de aprendiz). Desconectarme de mi rutina diaria sumergida entre el asfalto, multitud de gente y exigencias mentales…
“Necesito un momento diferente”…me dije, e invité a mi pareja a que me acompañase.

Desde el momento en que llegué, hasta el fin de la actividad, decidí “entregarme” a lo que el encuentro me ofreciera…Era un tiempo para desconectar de los deberes y dejar que el presente me sorprendiese. Nunca había participado de una actividad como ésta ni sabía de qué se trataba.
De hecho, hasta ese día, los caballos para mi eran seres muy fuertes, grandes que había cabalgado alguna vez acompañada de un guía pero sin entender nada de nada y con mucho miedo claro, a los cuales consideraba por sus cualidades (por mi adjuntadas) que había que tenerles cierto respeto.

Sin dudas  la sorpresa protagonizó el encuentro entero. Cada ejercicio me llenaba de sensaciones que no dejaban de sorprenderme. Me movilizaban desde lo profundo hasta lo superficial de mi cuerpo. Me sentía como una niña descubriendo algo que realmente no imaginaba. Un mundo de relaciones totalmente ajeno, un mundo que a partir de ese momento cambio el propio, el que traía de mi cotidianidad, de mis vivencias pasadas.
Un mundo que no dejó de enseñarme y mostrarme que dentro de mi conviven miles de estructuras que muchas veces me paralizan, atemorizan y obstaculizan para alcanzar mis objetivos, tanto en lo profesional, como en lo personal, que en sí, nunca las pude entender como dos esferas separadas ¿no?.
Era impresionante verme “a flor de piel” reflejada en mis actos y despertar admiración por formas y estructuras nuevas…
Días después aún seguía circulando en mi interior aquella energía tremenda que desmoronaba muros y levantaba cimientos mucho mas fuertes y firmes.

Esto es increíble, me repetía. Mi fortaleza y seguridad como persona y como profesional habían tomado otra dimensión. Inevitablemente, descubrí que a partir de este momento, contaba con otra herramienta para mi trabajo como terapeuta. Tanto para lo que cada uno sabemos que debemos elaborar para poder dar lo mejor como tal, como para el trabajo que pueda ofrecerles a mis pacientes según las problemáticas que se presenten.

Sentí que era una experiencia para Todos pero su huella es tan fuerte e importante que es imposible irse de allí sin nada que llevarse. Así es sólo el hecho de entregar la mente y cuerpo a algo totalmente nuevo.

Ese día yo fui a vivir y conocer algo diferente. A desconectar del cemento. Y atravesé un renacer que hoy por hoy marca un caminar muy distinto en muchos aspectos de mi vida.

A partir de aquel momento, a nivel profesional decidí investigar y aprender más de este mundo maravilloso, al punto de formarme para poder trasmitirlo e invitar a todos los que puedan y quieran participar de esta nueva experiencia. Solo se trata de animarse a conectar con la naturaleza y descubrir otras emociones.

Gabriela Díaz Denza
Lic. en Psicología

+ info próximo taller: El espejo de uno mismo, estrategias para el desarrollo personal

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