Funcionamiento sistémico emocional: El efecto mariposa















Muchas veces nos encontramos con familias que no saben cómo continuar su día a día, tras el camino pesado y tormentoso que han vivido hasta el momento, o el que creen que vivirán a partir de un diagnóstico. Tener un integrante en la familia que padece algún trastorno, tanto físico como emocional, hace que su entorno se vea, inevitablemente, afectado.  Sin embargo, según nuestra experiencia, esta causa aparente del desequilibrio del sistema no suele ser el que hay realmente de fondo.

Cuando hablamos de “afectado”, no nos referimos a un rótulo juicioso de afección buena o mala. Por dar un ejemplo gráfico, si un engranaje dentro de un mecanismo se encuentra descompensado, el resto de la maquinaria se adapta a la nueva situación, buscando un nuevo equilibrio. Podemos encontrar esta ley de compensación en cualquier sistema. Otro tema es, la manera en que se lleva a cabo y si la forma en que se compensa es saludable para el individuo, para el resto de los engranajes, y finalmente para el sistema.

Entonces, si bien en nuestros tratamientos hacemos foco, en primera instancia, en la persona afectada, no podemos tratarlo como un ser aislado de su universo. Así como los caballos, el ser humano es un animal gregario, es decir, que necesitamos vivir y desarrollarnos en sociedad, con lo cual, somos parte de sistemas.

Indudablemente, el primer sistema al que pertenecemos, es al sistema familiar, por lo que en una segunda etapa, normalmente empezamos a sumar a nuestro trabajo, al resto de los integrantes que componen este núcleo.
Cuando llegamos a este punto, normalmente llegamos a la conclusión de que “ la pieza afectada” no hace mas que mostrar, muchas veces de manera inconsciente, la vulnerabilidad del sistema entero. Es decir, que este individuo, suele ser la herida por la que sangra el resto del sistema. Y si lo vemos desde una perspectiva aún mas amplia, descubrimos, que gracias a ese engranaje dañado el resto del sistema tiene la grandísima oportunidad de poder sanar. Lo que la pieza “aparentemente” afectada permite, es que cada una de las otras piezas tengan la oportunidad de pulir sus asperezas individuales, consiguiendo un funcionamiento mucho más equilibrado y sano de ellos mismos e inevitablemente, de los sistemas a los que pertenece. 

Las terapias o intervenciones asistidas con caballos, es importante saber, que no son tratamientos curativos y mucho menos milagrosos o mágicos, y en algunos casos, ni siquiera principales, sino complementarios a otros. Es muy necesario, comenzar este trabajo desde la mayor humildad posible, que nos permita una apertura, sin nuestros propios juicios. Abrirnos a la posibilidad de sanar una parte de nosotros y nuestro entorno. Para ello, necesitamos una verdadera implicación de las partes que quieran trabajar, además de un compromiso.

Lo que en mayor medida desarrollamos en estas actividades, es el poder de la observación para aprender a identificar en que lugar estamos situados tanto nosotros como seres individuales, así como nuestro funcionamiento en el entorno. Por consiguiente, en qué lugar está parado cada elemento dentro del sistema, para el bien común. Para ello, se necesita de tiempo y perseverancia. Un árbol sano y fuerte, no se hace en dos días, y mucho menos el equilibrado ecosistema del bosque al que pertenece.

Ser conscientes nos hace libres, porque de esta manera, realizamos elecciones sanas, tanto para uno como para el resto del Universo. Sin dudas, debemos ser capaces de ver que, nuestros actos influyen en un gran efecto mariposa.

Equipo FLICKA

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