A pesar de gustarnos más o menos las fiestas, en estas
fechas a muchos nos da por hacer balances, tanto de nuestro año, como del resto
de nuestras vidas.
En lo personal me sucede cada diciembre. También será que es
el mes en que cumplo años y más este que ya serán 40 primaveras las que me
caen.
Sinceramente puedo decir que hasta aquí mi vida ha sido
simplemente estupenda, y no porque haya sido todo color de rosas, sino porque
cada año que pasa termino entendiendo que nada de lo que nos pasa es
incorrecto, sino más bien todo lo contrario.
Si estoy feliz de haber llegado hasta aquí y de lo que soy
como ser humano (a pesar de saber que puedo estar y ser mejor) es porque no
sería lo que soy si no me hubiera topado con tanta mierda muchas veces y haber
estado sumergida en ella hasta ahogarme. Simplemente entendí que no sólo esas
personitas con tanta sabiduría (consciente o no) con que nos hemos cruzado en
este camino han sido mis grandes maestros, sino por el contrario también muchos
de esos que parecían aparecer con el único propósito de llenar de piedras
largos trayectos, algunas dármelas en la cabeza y por qué no, otras en medio
del corazón.
A partir de entender que esas personas han sido maestros y
las situaciones grandes aprendizajes, uno puede gestionar el perdón, y
descargar gran peso de los trastos que acumulamos en la espalda, para que el
viaje cada día, al menos, sea más liviano. Y ya no es poco decir.
También en medio de este balance me he dado cuenta lo
importante que es soñar, pero también saber soltar a tiempo. De nada sirve
estar convencido de algo que queremos, si realmente luego ejercemos una presión
para que ese algo se materialice ya mismo. Evidentemente el tiempo del Universo
no es el nuestro y eso no quiere decir que no se vaya a cumplir, sino que se
dará en el momento justo, ni antes ni después, sea por el motivo que sea. Y si
somos observadores, veremos que hacia atrás todo es claro. Algo así como un
puzzle que se va armando a nuestras espaldas. Pero lo que no entendemos ni
vemos, es que también lo vivimos haciendo hacia delante. Es la parte que más
nos cuesta, nos genera ansiedades, inseguridades, temores... Todo esta ahí,
para que podamos crearlo y sin límite alguno. Depende sólo de uno mismo.
Por eso, aprovecho para a agradecer a cada una de las
personas que de una u otra manera nos han acompañado y apoyado en este proyecto
hasta hoy (incluso a lo de la piedras, je), tanto a quienes participaron en
talleres y terapias, colaboradores, dueños de los centros que nos abren sus
puertas, seguidores en las redes sociales, medios y una multitud de gente con
palabras de aliento, además de a nuestros hijos, familiares y amigos, mucho
nuevos a partir de este proyecto.
Y por último, como en mis últimos 4 años, no puedo dejar de
agradecer haber conocido a Eva, mi compañera de vida, de la que siento un
profundo amor y admiración, además de un eterno agradecimiento, entre muchas
cosas, en haberme enseñado la Naturaleza.
Estoy 100% convencido que es la verdadera salida que tiene
el hombre para poder ser feliz realmente. Volver a la fuente, vivir en comunión
con la Naturaleza, respetándola y amándola... reconectar con ella otra vez.
Una vez más, os invito a que experimentéis esta sensación de
reconexión. Somos testigos de muchas caras que vuelven a sonreír en cada
taller, cada terapia.
Da igual que sea de esta manera u otra, pero sinceramente es
nuestro gran deseo y por el cual estamos en esto.
¿Reconectamos?
Ariel Ferrante
Ariel Ferrante
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